En honor a Sir
Cecil John Rhodes, empresario y político fundador de un país que acabaría por llevar su nombre,
Rodesia y cuyo territorio se encuentra dividido entre Zambia y Zimbabue en la actualidad, se bautizó a un león que suponía uno de los símbolos de la importancia de la protección de las especies en peligro de extinción del planeta.
El león Cecil vivía en la sabana, en el parque natural de Hwange. Dicho parque se extiende en una superficie de unos 14.650 kilómetros que lo convierten en uno de los más importantes de la región.
En Zimbabue, la caza en determinados cotos es legal. Una licencia anual especifica qué animales serán los que podrán ser sacrificados. No era este el caso de Cecil.
No podían imaginarse el guía,
Theo Bronkhorst y
Walter Palmer, un dentista norteaméricano apasionado de la caza de lo que se les venía encima cuando, el día 1 de julio dió muerte este último al emblemático león previo desembolso de
50.000 dólares.
Actualmente, a Bronkhorst
le será prácticamente imposible continuar con su negocio de caza,
pero es que más de 162.000 ciudadanos norteamericanos han firmado la
petición de extradición del dentista, que ha sido sometido a un
verdadero juicio popular virtual.
Desde el mismo momento en que la información salió a la luz, Walter Palmer, pese a haber declarado inicialmente algunas justificaciones inconexas, ha estado ilocalizable y su clínica cerrada. Sin embargo, esto no lo ha librado de haber sufrido un ciberacoso sin precedentes, aún habiéndose apresurado a dar de baja toda presencia Web de su clínica o de su persona.
Las filtraciones no tardaron en revelar en las redes sociales algunos datos como la dirección de su centro dental y los internautas han aprovechado la página de recomendaciones médicas
Yelp, donde seguía permaneciendo cierta información sobre la cínica, para publicar desde mensajes de repulsa hasta autenticas amenazas contra el médico.
Activistas de todo el mundo han aprovechado lo relevante de la noticia para poner en marcha mecanismos de información sobre otro tipo de problemas con diversas especies. Algunos han apuntado incluso, a los miles de inmigrantes que llegan ilegalmente a Francia y al Reino Unido desde hace unas semanas que contrastan con declaraciones de habitantes de Zimbabue que han aportado comentarios del tipo:
"
¿Qué león?", "¿
Quiere decir que toda esta polémica se generó por un león asesinado? En este país los leones se matan con frecuencia." o "
¿Por qué los estadounidenses se preocupan más por este león que nosotros? Nunca hemos oído que se discutiera la muerte de campesinos por parte de leones y elefantes".
En el mismo sentido se manifestaba hace poco tiempo
Goodwell Nzou, un estudiante de Zimbabue que cursa formación de biociencias moleculares y celulares en Carolina del Norte (EEUU), que manifestaba en una carta abierta:
"
En mi pueblo de Zimbabue ningún león ha sido amado nunca ni ha tenido un nombre cariñoso. Son objetos de terror. Cuando tenía 9 años un león mató a varias gallinas y cabras. A partir de entonces se acabó jugar al exterior y mi padres y hermanos mayores iban a buscar leña juntos y armados con machetes y hachas".
Una vez más,
la justicia social en la red ejerce su enorme poder de
influencia. La acción popular ha logrado hacer temblar no solo la integridad y seguridad de una persona sino los propios pilares que sustentan algunos organismos gubernamentales.
Los mensajes basados en valores que podríamos identificar como justos son de los que menos tardan en propagarse en Internet, pese a que esto no signifique que sean compartidos por todo tipo de
personas o según qué tipo de sociedades.