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sábado, 11 de octubre de 2014

La conducta 'Crowdfunding'


La innovación es una característica inherente a las plataformas sociales que día a día se reinventan ofreciendo nuevas herramientas ideadas por personas con ganas de cambiar las cosas para personas con ganas de cambiar cosas.

Cuando hablamos de Micromecenazgo o Crowdfunding no estamos refiriéndonos a una idea nueva. Desde hace mucho tiempo se ha tratado de impulsar proyectos por medio de entidades de préstamo, físicas o jurídicas, que los doten de la financiación suficiente para llevarlos a cabo.
Uno de los antecedentes históricos de tal sistema de colaboración, es el que ocurrió en 1885 en la ciudad de Nueva York cuando Joseph Pulitzer y su periódico The World, iniciaron una campaña para que la población de la ciudad contribuyese, en la medida de sus posibilidades, a financiar el pedestal donde se habría de ubicar la Estatua de la Libertad, un regalo del pueblo francés para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. La campaña resultó un rotundo éxito y en aproximadamente cinco meses se consiguió reunir el importe necesario.


El Crowdfunding a través de la red, con plataformas como Kickstarter, Goteo, o Lanzanos entre otras, ha proporcionado fuentes de financiación alternativas para proyectos que de otra forma pudieran haber quedado frustrados. De esta manera; organizaciones como Wikipedia, bandas de rock como Marillion, aplicaciones como Mobincube, que permite crear aplicaciones móvil a usuari@s sin conocimientos en programación o la petición de una estatua de Robocop en Detroit, el célebre film de finales de los años 80's, han conseguido llevar a buen puerto sus propuestas a través del uso de estas herramientas tecnológicas colaborativas.
Los ingresos que las personas efectúan para la consecución del objetivo, son realizados en muchas ocasiones de manera anónima como donación y en otras, la idea se promueve a cambio de recompensas, ya sean en acciones o como pequeños regalos o permisos dentro del ámbito del servicio o producto en cuestión.
Entre los tres tipos de Crowdfunding se encuentran: el Equity Crowdfunding, donde los inversores se quedan a su vez con una parte de la empresa y que está regulado legalmente en diversos países, el Crowdlending, en el que los inversores recuperan su dinero con intereses algo más tarde y por último, el formato más conocido entre l@s usuari@s asiduos a las plataformas antes mencionadas.



Tanto es el dinero que se mueve en estas plataformas, que determinadas personas las han utilizado para realizar los más intrincados fraudes, como el de un reloj que recaudó una cifra de un millón y medio de dólares y finalmente, los que afortunadamente lo recibían, comprobaban que no funcionaba la hora.

Actualmente en España, el gobierno pretende limitar la financiación empresarial del Crowdfunding, sobre 3.000 euros anuales para cada inversor por proyecto y hasta 6.000 euros para cada plataforma que utilice este método y distinguir entre inversores acreditados de aquellos que no lo son, medidas todas ellas con el objeto de practicar un mayor control sobre este tipo de inversión y proteger a los inversores.

El fenómeno Crowdfunding en la red se instaura bajo la conducta prosocial, un comportamiento que puede ser altruista o no, pero que siempre está ejercido de manera positiva y que trata, en primera instancia, de favorecer a un tercero, sin menoscabo de la recompensa que se pueda generar para la fuente de financiación. La empatía, la simpatía, la autoestima o la cooperación son algunos de los aspectos a tener en cuenta a la hora de profundizar en este tipo de conducta.
Uno de los puntos de estudio en relación a la conducta prosocial ha sido la presencia o no de observadores a la hora de intervenir, también si el proyecto en realidad merece la ayuda o cómo actuará el tercero una vez recibida la totalidad de la contribución.
Resulta interesante reflexionar sobre cómo el Crowdfunding no se ve afectado por este número de observadores que mencionábamos anteriormente, aunque la plataforma muestra el número total de los participantes hasta el momento, los datos de los mismos permanecen sin embargo en el anonimato. Es difícil percibir un reconocimiento social en esta conducta pero parece bastante probable que influya en el nivel de autoestima del inversor.
¿Podría considerarse que la conducta prosocial en la red tiende a ser un poco más altruísta porque nos ofrece la posibilidad de elegir entre una amplia gama de ideales que verdaderamente compartimos y con los que nos identificamos? ¿Influyen otros factores como la accesibilidad y por qué no, el anonimato?

La sociedad utiliza el crowdfunding como otra forma más de participar y expresarse en la red y es una herramienta que la dota del poder necesario para construir los nuevos elementos que cohabitarán en ella.


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