lunes, 22 de diciembre de 2014
Emociones en el bolsillo
Las fuentes que tienen la posibilidad de generar una emoción en el ser humano son diversas y esta diversidad les otorga un carácter multidimensional. El hecho de que la comunicación social se encuentre entre estas dimensiones, resulta de importancia para el tema que nos ocupa.
Las emociones; subjetivas, fisiológicas, comunicativas y motivacionales, ayudan a adaptarse a muchas situaciones, en algunos casos críticas, de nuestra historia personal. Los elementos biológicos y cognitivos constituyen la base de las emociones. Las que proceden de los primeros son más difíciles de controlar al ser regidos por procesos fisiológicos, espontáneos e involuntarios, sin embargo, las que vienen determinadas por fenómenos cognitivos, están relacionadas con aspectos de tipo social. La interacción con los demás, forma parte de las fuentes más frecuentes de emociones.
Entre las diferentes teorías en relación a su interpretación, encontramos que las emociones afectan a la corteza cerebral y al sistema nervioso autónomo y que generan cambios en el conjunto de los órganos más internos. Actualmente, se destaca la interpretación personal de la situación, en el grupo de los elementos intervinientes en la construcción emocional.
Las nuevas tecnologías, pese a que, a primera vista, pueden resultar mecánicas y distantes, están ofreciendo un campo muy productivo para el estudio de la emoción, debido a toda la información generada de su interacción.
No es de extrañar que la Universitat Jaume I de Castellón pusiera en marcha la Emotional App, aportando como novedad a otras aplicaciones similares, que además de inferir cómo se puede encontrar alguien en un momento determinado, aporta información suficiente para la compresión de sus sentimientos y las herramientas para la gestión de estos o que organizaciones como Gradiant (Centro Tecnológico de Telecomunicaciones de Galicia), apuesten por invertir en tecnologías que permitan reconocer las emociones de los/las usuarios/as mediante imágenes transmitidas desde sus propios dispositivos móviles y que, reconociendo sus expresiones faciales, ayuden a revelar el nivel de atracción que muestran por un determinado producto.
En nuestro Smartphone, tenemos la posibilidad de consultar los más variados asuntos, en casi cualquier momento y en casi cualquier lugar, e incluso podemos seleccionarlos para reforzar nuestro estado emocional, al igual que elegimos leer o no las noticias de la mañana.
Cada vez, estamos más acostumbrados a cruzarnos con personas con una amplia sonrisa dibujada en su rostro mientras éste es iluminado por la pantalla de su dispositivo electrónico.
Concluimos que, pudiera ser, que junto a nuestros Smartphones, también lleváramos un pequeño manual de primeros auxilios de regulación emocional en el bolsillo que, además de comunicarnos y mantenernos conectados, nos ayuda en determinadas circunstancias a sentirnos mejor, rescatando algún cariñoso mensaje que recibimos unos días antes que aumente nuestra autoestima, iniciando una conversación con un amigo o amiga que acostumbre con sus comentarios a animarnos la tarde o revisitando una determinada fotografía que reaviva nuestras emociones más positivas o según cómo nos encontremos, las negativas.
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