La app SimSimi se podría definir como una suerte de tamagotchi, una cibermascota que triunfó por aquel lejano año 2000, que se ofrece a acompañarnos en una sociedad que promueve el individualismo, a través de un chatbot, una plataforma similar a Whatsapp, que simula comunicarse con nosotros como si de otra persona se tratase.
El concepto de SimSimi se basa en almacenar en una gran base de datos las respuestas que los usuarios que utilizan la plataforma sugieren para determinadas preguntas y que generan los hilos de conversación.
Este juego aparentemente inofensivo sin embargo, presenta ciertos aspectos críticos que no podemos ignorar.
El juego solicita el acceso a los siguientes elementos de nuestro smartphone:
Compras integradas en aplicaciones, historial de navegación web u otras aplicaciones instaladas, la ubicación (esto podría resultar interesante para adaptar las respuestas al entorno), acceso a archivos multimedia del dispositivo o a los datos sobre nuestra Wifi.
Otra cuestión a tener en cuenta es que el botón de "Send" de nuestras frases se confunde muchas veces con la publicidad que ofrece la plataforma en la parte inferior, lo que provoca que en cualquier momento nos encontremos justo en el instante de aceptar una compra que no deseamos.
La app está determinada para mayores de 16 años, sin embargo, sabemos que en muchas ocasiones la instalación de determinadas aplicaciones escapa a este control y en las más de 50 millones de descargas que actualmente presenta la app es posible que se encuentren una cantidad considerable de menores. ¿Por qué detenernos justamente en esto?
Porque uno de los principales atractivos de SimSimi es ponerla a prueba haciéndole las preguntas y los comentarios más inverosímiles y muchas veces algo "salidos de tono" dando el chatbot las respuestas más disparatadas, teniendo en cuenta que solo existe un sencillo filtro de "Bad Words" o "palabras malas" que se puede activar o desactivar con solo un movimiento de nuestro dedo.
Una aplicación sencilla en su concepto, pero de riesgo para según qué edades y que nos invita a apartarnos del mundo offline con una aparente sensación comunicativa pero que de ninguna forma lo es.