Cada sociedad defiende sus propias normas sociales en relación a la igualdad entre sus integrantes, y estas incidirán en la dirección de sus conductas, presentes y futuras, desde su nacimiento.
Estas normas, de carácter evidentemente social y que son tácitamente adoptadas, en ocasiones, dificultan y perjudican un desarrollo y convivencia saludable porque inducen a creer que ciertas características de las personas se encuentran asociadas a su sexo biológico, es decir, enraizadas en su naturaleza e inalterables en el tiempo.
Menores y adolescentes adscritos a la sociedad, a través de los agentes socializadores de su entorno, aprenderán el catálogo de conductas que según el conjunto de reglas adoptadas les es propio y construirán mediante estas su conjunto de valores que influirán en su autoestima, en el sentido de su competencia, en su participación, su toma de decisiones o en la formación de sus propias creencias con las que contribuirán a la sociedad en el futuro.
La limitación en la igualdad entre mujeres y hombres, que ha afectado y afecta significativamente a la mujer, vulnera sus opciones de diversidad y libertad de actuación, restringe su capacidad de elección y superación y se expresa mediante la presión o la coacción social o incluso de formas más encarnizadas.
Sociedad en la red
¿Qué ocurre en Internet? Cuando nos referimos a la navegación en la red, los distintos significados que de los contenidos se interpretan, están relacionados con las aplicaciones informáticas utilizadas y con el conjunto de creencias de los navegantes.
Cuando interactuamos en Web, no solamente tiene lugar un intercambio de información entre nodos abstractos, sino que también se lleva a cabo entre conductas, entre las personas que intervienen o entre los ambientes.
La Sociedad Red es una construcción colectiva que se genera a partir de la creación y difusión de contenidos Web y trasciende más allá de las opiniones particulares de los usuarios, opiniones que por otro lado contribuyen en su mantenimiento y proporcionan consistencia al medio.
En esta última década, hemos visto cómo la línea imaginaria que separaba la vida fuera de la red de la que ocurría dentro se ha hecho cada vez más difusa. El espacio Web no constituye una vivencia aislada de las experiencias que ocurren fuera del mismo y por esta causa, con frecuencia, las personas se ven comprometidas por las cosas que les ocurren en uno u otro lado.
Cada vez somos más conscientes de la necesidad educar en recursos, que promuevan un pensamiento crítico respecto a la información que encontramos colgada en las diferentes plataformas online y también a valorar las conductas a adoptar en según qué circunstancias y plataformas nos encontremos.
Género en la red
En Internet, al igual que ocurre en otros ambientes, los estereotipos de género, masculinos y femeninos, son identificables, pero muchas veces se confunden por el carácter novedoso y digital del entorno y pasan desapercibidos. Quizás esto ocurra así porque aún estamos adaptándonos al medio y en algunos sectores se sigue manteniendo cierta distancia a la hora de reflexionar sobre lo virtual, apoyándose en el aparente halo de ficción que parece rodear a un mundo lleno de nuevas experiencias que mutan con bastante frecuencia. Nada más lejos de la realidad y motivo por el cuál es aquí donde habremos de detenernos.
Una comunicación Web, alternativa e hipertextualizada, que influida por roles sexuales tradicionales, funcione como agente de socialización estigmatizado en las plataformas digitales constituye una herramienta que juega en contra de la igualdad entre los géneros promoviendo y fortaleciendo estereotipos o diferentes formas de sexismo descubierto y encubierto. El lenguaje se convierte no solo en el resultado de una determinada configuración social, cultural o psíquica de la sociedad, sino en un precursor de las mismas (Jayme y Sau, 1996).
Es bastante frecuente encontrar, en las publicaciones de la red, estereotipos de género que no solo se acercan a los aspectos más críticos y androcentristas de la vida diaria y contra los que tanto tiempo llevamos enfrentándonos, sino que muchas veces aluden a creencias obsoletas y alejadas de la realidad como si estas fueran actuales, utilizando para ello, excelsas y atractivas construcciones multimedia que generan productos aparentemente novedosos y en ocasiones aderezados con creativas expresiones humorísticas.
Muchos contenidos que recorren nuestros dispositivos digitales, aparentemente inofensivos y auspiciados por el aparente anonimato y privacidad de la red, que parece liberar de responsabilidad a la hora de que estos sean compartidos, poseen la finalidad, muchas veces sin pretenderlo, de fomentar actitudes que nos alejan de la consecución de unos compromisos que forman parte de los derechos humanos fundamentales.
Internet como agente socializador
La red, a través de cada uno de los contenidos creados o compartidos, se convierte en un gran agente socializador del que formamos parte y del que somos responsables, con independencia de que actuemos como internautas consumidores o productores de información.
Tal y como apuntábamos, en la actualidad queda patente que los mundos offline y online tienden a cruzarse e influirse mutuamente, con la particularidad que la transmisión de información en la red, supone una de las herramientas más potentes y espectaculares de propagación de información con la que nunca antes hasta ahora había contado nuestra civilización.
En Internet, es importante ser crítico con los contenidos que se visitan, no con el objetivo de prohibir el acceso a los mismos, sino ser capaces de ubicarlos en el contexto en el que se producen. Es recomendable reflexionar antes de publicar ciertos contenidos o compartirlos e identificar cualquier tipo de conducta que pudiera llegar a ser nociva u ofensiva, como en este caso, las que atentan contra la igualdad. Es necesario exigir en el mundo online las mismas políticas de transversalidad que tienen lugar fuera del mismo y para ello debemos, todos sin excepción, familiarizarnos con el medio y conocer su funcionamiento.
La e-Igualdad tiene la misión de cuidar que todo internauta se beneficie por igual de las ventajas que ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Internet no es solo un canal destinado a alcanzar altas tasas de igualdad social, sino por su naturaleza, puede constituir el canal por antonomasia destinado a conseguirlo. ¿Te animas a colaborar?
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