Cuando la opinión pública se refiere a la tecnología, suele centrar su atención en las incidencias sociales negativas que generan, obviando sus espectaculares avances en diversos campos, entre otros el de la salud.
Cuando se hace mención a la utilización que de los dispositivos digitales hacen los jóvenes, se cita el sobreuso de vídeojuegos o redes sociales virtuales y se anima a su restricción, cuando el interés debería centrarse en cómo estimular a través de estas herramientas, sus capacidades creativas e innovadoras, reconociendo la importancia que estas tendrán en el desarrollo de sus profesiones en el futuro.
En estas últimas semanas nos encontrábamos con una noticia muy interesante que vinculaba a las tecnologías y a la salud mental.
Tuka Alhanai y Mohammad Ghassemi, que encabezan un grupo de investigación del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), en Cambridge (EEUU), han diseñado una tecnología en vía de identificar síntomas de depresión en un individuo, analizando solamente para ello la prosodia y el texto de su discurso. El formato de entrevista utilizado con este objetivo es "libre", es decir, no se basa en los hasta ahora comúnmente utilizados test, por lo que ni plantea patrones de preguntas ni espera encontrar tipos de respuestas.
Las medidas de análisis se han basado en un modelado de secuencias del habla y se sustentan en múltiples análisis de personas con depresión y sin depresión.
Detectar si la persona está triste, excitada o contenta durante el proceso de análisis, sería solo un engranaje más en el diagnóstico de la enfermedad mental más común en todo el mundo y que afecta a más de 300 millones de personas. Esta investigación abre la posibilidad en un futuro cercano, para que la depresión pueda ser diagnosticada a través de un smartphone, superando así las barreras físicas y favoreciendo un mejor seguimiento de este tipo de trastorno.
miércoles, 19 de septiembre de 2018
jueves, 13 de septiembre de 2018
"Adios" a Internet
Por lo menos, al Internet que conocíamos hasta ahora.
Tras la aprobación ayer día 12 de septiembre en el Parlamento Europeo, de los artículos 11 y 13 de la ley de "copyright", que tanta controversia ha suscitado, a partir de ahora, plataformas como Youtube o Facebook, se verán obligadas a filtrar de manera instantánea, cada uno de los vídeos e imágenes que se comparten en sus entornos, para descubrir si atentan o no contra los derechos de autor.
De esta forma, amparándose en los derechos de autor, se consigue restringir la posibilidad actual de compartir cualquier contenido libremente en la red, gestionando (o más bien controlando) de esta manera, el acceso a la información que hasta este momento ha caracterizado la producción y el consumo de la web 2.0.
Para entendernos: se podrían limitar las grabaciones que compartieran los asistentes a un concierto, las versiones de canciones que pudieran grabar músicos aficionados, las críticas, reflexiones o "memes" sobre contenidos publicados en cualquier medio de difusión (prensa, radio o televisión) o incluso desaparecería la posibilidad de compartir un contenido multimedia (vídeo, sonidos o imagen) en los muros de alguna de nuestras redes sociales.
Además de sugerir la imposición de un impuesto a las webs que compartan habitualmente artículos de medios de comunicación, estas medidas hacen peligrar la continuación de páginas como Menéame o Wikipedia.
[Justamente, a la hora de realizar este artículo, he descubierto novedades a la hora de publicarlo, ya que en él he referido enlaces a otras páginas que he utilizado como fuentes]
Tras la aprobación ayer día 12 de septiembre en el Parlamento Europeo, de los artículos 11 y 13 de la ley de "copyright", que tanta controversia ha suscitado, a partir de ahora, plataformas como Youtube o Facebook, se verán obligadas a filtrar de manera instantánea, cada uno de los vídeos e imágenes que se comparten en sus entornos, para descubrir si atentan o no contra los derechos de autor.
De esta forma, amparándose en los derechos de autor, se consigue restringir la posibilidad actual de compartir cualquier contenido libremente en la red, gestionando (o más bien controlando) de esta manera, el acceso a la información que hasta este momento ha caracterizado la producción y el consumo de la web 2.0.
Para entendernos: se podrían limitar las grabaciones que compartieran los asistentes a un concierto, las versiones de canciones que pudieran grabar músicos aficionados, las críticas, reflexiones o "memes" sobre contenidos publicados en cualquier medio de difusión (prensa, radio o televisión) o incluso desaparecería la posibilidad de compartir un contenido multimedia (vídeo, sonidos o imagen) en los muros de alguna de nuestras redes sociales.
Además de sugerir la imposición de un impuesto a las webs que compartan habitualmente artículos de medios de comunicación, estas medidas hacen peligrar la continuación de páginas como Menéame o Wikipedia.
[Justamente, a la hora de realizar este artículo, he descubierto novedades a la hora de publicarlo, ya que en él he referido enlaces a otras páginas que he utilizado como fuentes]
martes, 4 de septiembre de 2018
Tecnología contra la Amaxofobia
La Universidad de Salamanca lanzó el pasado julio la plataforma DAICRAC, una aplicación informática para intervenir en casos de Amaxofobia o temor excesivo en la conducción, con el objetivo de contribuir a una movilidad más segura y eficiente, combinando para ello técnicas mindfulness entre otras.
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