Hoy tendré la suerte de asistir al tercer encuentro
entre personas interesadas en la educación en Canarias. Se trata de un evento que se pone en marcha a través de personas que se han conocido a través de la red social Twitter y donde se comparte especial
preocupación e interés por el aprendizaje.
Una 'Selfie' viene a ser una auto-fotografía generalmente sacada con un dispositivo electrónico. La palabra ha sido una de las más utilizadas en los últimos años a la vista de la práctica que de ella han hecho los jóvenes (y no tan solo ellos). Por este motivo no sorprende que el Oxford English Dictionary le otorgara este título en 2013. Selfie además, ha servido para describir de otra forma más, a una generación influida por el momento histórico en el que vivimos.
Juventud
La Generación Selfie incluye a un grupo de edad, de entre 18 y 25 años aproximadamente, que expertos en el uso de la red y herramientas tecnológicas, se declaran además conscientes de los riesgos que puede deparar un uso inadecuado de las mismas.
Este grupo de jóvenes, que no han crecido rodeado de los modelos clásicos de estructura familiar y conocedores del momento económico actual, aspiran a trabajar en el futuro para sí mismos y demuestran un nivel de apertura mental que acepta tanto la diversidad sexual como la social.
Los Millennials, son una generación caracterizada por su autonomía, acostumbrada a la colaboración y con facilidad de adaptarse en ambientes complicados por haber crecido en un mundo en crisis.
No es extraño que ciertos sectores pronostiquen, en base a todo esto, futuros cambios en las formas de hacer las cosas, como podrían ser una reformulación de los sistemas de trabajo o la aparición de nuevas formas de negocio.
En 1965, el co-fundador de Intel, la mayor empresa fabricante de circuitos integrados del mundo, promulgó la Ley de Moore, que mantenía que de manera exponencial, el número de transistores en un circuito integrado se duplicaría cada dos años. Este incremento abarataba los costes y permitía seguir contando con tecnología punta en el futuro.
Desde entonces y paralelamente, algo similar ha estado ocurriendo con el flujo de información en la red. El notable crecimiento de datos en Internet ha resultado tan asombroso como inquietante desde las perspectivas de diferentes disciplinas.
La incipiente demanda de espacio para la transferencia de grandes cantidades de contenidos en la actualidad, ha llegado a disparar las alarmas sobre la posibilidad de que exista o no una infraestructura tecnológicamente suficiente para soportar las tasas de información que compartimos en Internet. Esto es lo que ha llevado a barajar la posibilidad de que se pueda producir un colapso de los medios de transmisión.
Mientras no se decida poner en marcha ideas radicales al respecto, este desenlace será inevitable ha apuntado Andrew Ellis de la Universidad de Birmingham en Reino Unido.
Si el miedo al cambio, ha provocado hasta ahora situaciones rocambolescas o problemáticas en la carrera de adaptación a las Nuevas Tecnologías, en algunos casos, con afecciones sobre la propia salud ¿qué sucedería si dentro de 8 años, no sólo a aquellas personas que se han acostumbrado a trabajar y mediar su vida a través de las tecnologías, sino también todos aquellos y aquellas jóvenes que no han conocido un mundo diferente al que ahora compartimos, se les informa que han de limitar su tiempo de acceso en la red a 3 horas al día o incrementar cuantiosamente sus gastos de conexión si su intención es superar este número de horas?
¿Perdería entonces la red la participación horizontal que hasta ahora ha caracterizado su uso y establecería una penetración a los servicios según sea la capacidad de los recursos económicos que correspondan a una persona?
Los avances en los productos generados a través de impresoras en tres dimensiones están cada día más presentes en el mundo.
La rapidez con que se puede proporcionar una prótesis a cualquier persona y la posibilidad de que su destinatario pueda intervenir en el diseño de la misma, convierten a las impresiones en 3D en una autentica revolución en la sustitución de partes del cuerpo cuando alguien se enfrenta a su carencia.
Con finalidad similar trabaja el equipo de investigación italiano MHOX en su proyecto EYE (Enhance Your Eye). Su objetivo es lograr el implante de ojos impresos en 3D, compuestos de células artificiales, en personas ciegas de nacimiento o que hubieran perdido la visión a lo largo de su vida. El equipo de investigadores mantiene que se podría generar incluso, a través de conexiones WIFI, el envío y proyección de las imágenes recibidas a un dispositivo remoto.Tendremos no obstante que esperar para ver estos progresos debido a que, según afirman, los frutos del proyecto no estarán accesibles antes de 2027.
Para jóvenes con miembros amputados a causa de la guerra de Sudán nació Daniel de Not Impossible. El proyecto, que toma su nombre en honor a Daniel Omar, un chico que en 2012 perdió sus dos brazos a causa de una explosión, fue puesto en marcha por Mick Ebeling, productor cinematográfico y filántropo, con el apoyo del doctor Tom Catena. Entre otras cosas, el proyecto puso en marcha lo que posiblemente pudo ser la primera escuela-taller de prótesis impresas en 3D.
Aunque algunos de estos miembros generados en 3D poseen ciertas limitaciones, en relación a sostener peso o de precisión, los costes de fabricación son bastante económicos y están cambiando las vidas de las personas que los usan.
Y la aplicación de las Tecnologías en esta área no acaban aquí. Las investigaciones en la generación de células madre, que poseen el potencial de poder convertirse en diferentes tipos de células del organismo y que pueden funcionar como reparadores de células y tejidos del cuerpo humano, mediante impresiones 3D podrían eliminar la necesidad de donación de órganos o solventar las dificultades que aparecen cuando se produce un rechazo tras un trasplante al haber hecho uso de las células del propio paciente para su creación.
La incipiente demanda de espacio para la transferencia de grandes cantidades de contenidos en la actualidad, ha llegado a disparar las alarmas sobre la posibilidad de que exista o no una infraestructura tecnológicamente suficiente para soportar las tasas de información que compartimos en Internet. Esto es lo que ha llevado a barajar la posibilidad de que se pueda producir un colapso de los medios de transmisión.
Si el miedo al cambio, ha provocado hasta ahora situaciones rocambolescas o problemáticas en la carrera de adaptación a las Nuevas Tecnologías, en algunos casos, con afecciones sobre la propia salud ¿qué sucedería si dentro de 8 años, no sólo a aquellas personas que se han acostumbrado a trabajar y mediar su vida a través de las tecnologías, sino también todos aquellos y aquellas jóvenes que no han conocido un mundo diferente al que ahora compartimos, se les informa que han de limitar su tiempo de acceso en la red a 3 horas al día o incrementar cuantiosamente sus gastos de conexión si su intención es superar este número de horas?
