En la medida de lo posible, indago un poco en la verisimilitud de los datos del perfil solicitante. Suelo identificarlos como sospechosos cuando; la información del emisor solo contiene una o dos fotos atractivas, en algunos casos incluso impersonales (imágenes de gatos o paisajes), un muro con escasas publicaciones, nombres poco habituales o ubicaciones geográficas poco habituales entre mi lista real y verificada.
A veces, superando alguno de los requisitos anteriormente mencionados, estas solicitudes "de amistad", incluyen contactos que coinciden con alguno de los míos, o incluso con varios, lo que pone en tela de juicio mi recelo. En estos casos, basta con escribir un mensaje a uno de estos contactos para verificar si el/la solicitante pudiera ser, o no, una "petición real". Sorprende las veces que nuestro contacto reconoce tener un total desconocimiento sobre el perfil que intentamos confirmar, aun formando parte de su lista de contactos.
Vicente Díaz, como representante de la empresa de seguridad informática Kaspersky, afirmaba que los perfiles falsos suelen perseguir objetivos oscuros. Al aceptarlos, se facilita difundir software malicioso, conseguir seguidores o likes, estafar u obtener información personal de los perfiles que los añaden e incluso practicar el ciberespionaje.
Grabriela González, redactora Web de la página "Hipertextual", relataba en 2015 su propia experiencia al respecto, recomendando cautela cuando aceptamos peticiones de manera masiva.
La próxima vez que te cruces con una solicitud de amistad de este tipo podrías probar a contar hasta 10 antes de aceptarla, aunque basándonos en el estudio publicado en Psychological Science por Janed Barker y Yuko Muntaka, es mejor que recuerdes el presente artículo.