Usar dispositivos electrónicos para rememorar o compartir un determinado hecho cercano es de lo más habitual. Puede ocurrir también que el registro de las imágenes proporcione, en sí mismo, una satisfacción personal que, hasta hace poco, estaba restringida a ámbitos como el artístico o el informativo.
Los comportamientos alrededor de las nuevas tecnologías, al igual que ocurre con otros ambientes, establecen sus límites en base a la jurisprudencia y a otros aspectos como la experiencia, el aprendizaje y la educación del individuo.
Cuando el objetivo final de la obtención de la imagen termina siendo el placer que proporciona el compartir o publicar las mismas, puede ocurrir que en ocasiones ciertas barreras se traspasen y puedan aparecer conductas nocivas, a veces sin ni siquiera darse cuenta de ello, sobre todo cuando este tipo de acciones son costumbristas, habituales y en algunos casos heredadas.
El pasado 29 de julio se publicaba una noticia acerca de una controvertida filmación que compartía una madre, con el calificativo de "video divertido", de su hija de 3 años mientras jugaba en una atracción de feria que, aparentemente, podía haber puesto en peligro la integridad física de la menor.
Ante el aluvión de críticas al citado video la madre se apresuró a justificarse en un extenso texto del que rescatamos un fragmento:
"...La situación pudo haber acabado MUY MAL, PERO NO LO HIZO! ¡No sabes lo que harías en una situación similar hasta que la vives!...Ella no se hizo daño. ¿Soy tan terrible por reírme? ME REÍA DE ALIVIO Y FELICIDAD. ¡Solo porque mi hija de tres años sea una temeraria que se atreve a hacer algo que el 99% de otras personas no pueden, NO me hace mala madre!"
¿Vives con las nuevas tecnologías o a través de las nuevas tecnologías?
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